Un brujo en Metepec

En 1989, Gerardo y Marugenia -mi hermano gemelo y su esposa gemela- decidieron dar un golpe de timón en su vida, así que abandonaron la Ciudad de México y se trasladaron a Metepec, municipio ubicado en la zona suroriente del Valle de Toluca. Cargaron con los chamacos, vendieron algunas de sus pertenencias, fueron timados por malos amigos, se subieron a su combi y comenzaron a respirar aires de pueblo tranquilo.

Su mudanza coincidió con la aparición del tercer elepé de Real de Catorce.

Apenas tuvo el grupo liderado por José Cruz la oportunidad de viajar a Toluca para promover su disco, Fernando Abrego (el baterista de la banda) se comunicó con Gerardo y le propuso pasar a verlo para saludar a la familia.

En aquellos días, mi hermano padecía una enfermedad en el ojo derecho: una delgada membrana le obstruía la vista. Ésa era una de las secuelas que aún cargaba Gerardo de la ciudad que lo vio nacer, y de ello habló esa noche con Fernando.

La velada se alargó hasta la madrugada, y la deliciosa conversación giró siempre alrededor de espantos y brujas. Al día siguiente, después del desayuno, Fernando se despidió, no sin antes hablar en privado con Marugenia:

-Maru, tu hombre está trabajado. Coloca bajo la cama un plato con limones y sal. No le digas nada a Gerardo. Todas las mañanas, toma el resultado (limones secos y sal mojada) y tíralo lejos. En tres días, mi amigo habrá recuperado la salud.

Al cuarto día, Gerardo estaba completamente sano de su ojo derecho.

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