Lucerna Diogenis habla de Mamá-Z

Soy un seguidor antiguo de Mamá-Z, y aprecio mucho su obra. Por ese seguimiento sé de la pérdida de Gerardo y de la existencia de un proyecto en su memoria. Incluso, pude escuchar por internet el homenaje radial que Agustín hizo con Rodrigo de Oyarzábal en Radio Educación, pese a que radico en Chile, es decir, lejísimos del suelo donde he nacido, como dice la (ahora) hiriente ranchera.

Mi postura ante la piratería va de la ambigüedad a la simpatía a escondidas, así que tanto el Disco Rojo como Esa viscosa manera... y Mójame el alma entera los he coseguido desde esta distancia, vía blogs, y de hecho así encontré también este espacio. Aquí, en Chile, es imposible conseguirlos legalmente. Supongo que eso no me exculpa, pero qué más quisiera que tener el material en el mejor estado. Por eso, y aunque ya me estoy sintiendo como un bandolero bajo confesiones etílicas en el Saloon, te digo que si no es posible que me envíes el material no te preocupes, que el ciberespacio me traerá seguramente lo que la distancia boicotea. Y creo, por lo que he leído en tus blogs, que Gerardo -también un bandolero- lo hubiera celebrado, porque tenía mucho de Robin Hood, y sobre todo de sí mismo, y así nos regaló sus dibujos, su voz y sus ideas.

En mí existe un escucha y un lector de Mamá-Z. Va un abrazo fantasma de este lado del continente, y que eso sólo puede significar que hay muchos más de los que aparecen, sientiendo y valorando el trabajo de Gerardo y de sus compañeros de banda. Es quizá la mayor pobreza del ciberespacio, que impide notar el impacto en el otro. Ojalá esta carta le dé un puñetazo a ese obstáculo. Será una pequeña retribución al puñetazo que Mamá-Z y todos los músicos y artistas de la generación de la Morsa (Lennon) han dado a la opacidad de mi memoria y reflexión.

¡Y hay, al menos, dos asombrosas y agradables coincidencias con Agustín! Mi hermano también se llama Gerardo, y yo también estudié Letras Hispánicas (aunque soy menor, e hice la carrera en la ENEP Acatlán durante la primera mitad de los noventa).

Conocí a Mamá-Z por mi hermano Gerardo. Ambos oíamos el programa de radio de Rodrigo de Oryazabal, allá por 1986. Recuerdo, además, haber visto en un programa de televisión el video Blues de la estufa divina, con Agustín representando el papel del personaje central... ¡con camisón y gorro de dormir! Gocé mucho esa imagen, porque me desató como un balazo en la mente la asociación con dos personajes de la cultura popular que usaron esa indumentaria: el compadre Chuma, de Condorito, y el Groucho Marx de Sopa de Ganso (1933).

Pocos meses después hubo una especie de festival en una biblioteca cercana a mi casa, y me enteré de que Mamá-Z estaba programado. Así que estuve temprano, en primera fila. ¡Pero Mamá-Z nunca llegó! Todas estas anécdotas forman parte de la memoria de mi período iniciático, porque yo estaba entonces muy inclinado hacia la música y con ganas de ella. Porque, tengo que decirlo, ésa es otra de las magias que la música de Mamá-Z propició en mi vida: su trabajo, junto con el de otros músicos, me hicieron músico. De pronto, un pasado trovadoresco de adolescente encontró esa nueva y más propicia vía de salida para su víscera más urgida. Así que Mamá-Z también fue un grupo hacedor de músicos. Y de ahí en adelante todo fue avanzar

Mi hermano Gerardo comparte mi admiración por el trabajo de Mamá-Z, y ya que él aún vive en México... propongo un trueque: un paquete con la obra completa de Mamá-Z a cambio de un paquete de Lucerna Diogenis, el grupo que alguna vez formamos mi hermano y yo.

A diferencia de Agustín, quien convirtió la música en una máquina de risa, yo estoy del lado más sufrido: creo que la música nunca me hizo reír, al contrario. Intuyo que yo sólo quería aportar una voz propia y recibir, a cambio, otras voces propias; y en una de ésas encontrar lo que decía Josefina Vicens: la semejanza, que es lo que permite el amor. La falta de respuesta fue lo que me cansó. Si, como alguna vez dijo Agustín, Mamá-Z se ensimismo, a nosotros (Lucerna Diogenis) nos ensimismaron.

Jorge Meneses
Santiago de Chile

Para conocer el trabajo de Jorge y Gerry Meneses, este Pasadizo recomienda visitar el blog de Lucerna Diogenis. ¡Y muy pronto, en El Blues de la Estufa Divina, una primera revisión de su obra!




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