The Acapulco Wonder Years

Texto enviado desde Acapulco por Ángel Tejeda

¿Se acuerdan de la serie de TV gringa The Wonder Years? Pues a mí me gustaba mucho, y me gustaba porque describía muy bien esa etapa que hay de la pubertad a la adolescencia, en la que (en condiciones más o menos normales) el futuro es prometedor, misterioso e increíblemente interesante y seductor; pero además no tienes todavía un pasado que te influencie lo suficiente como para perderle el interés al presente ni a ese futuro incierto e inaplazable. Y quizá es por eso que coincido tanto con el productor de esa serie, al decir que esos fueron los años maravillosos, los de la pubertad y la adolescencia.

Por azahares del destino, yo viví los años maravillosos en mi natal Distrito Federal y en Ciudad Netzahualcóyotl, y -la neta- no los cambio por nada. Pero la vida ha sido muy generosa conmigo, y a mis 25 años de edad me trajo a vivir al Estado de Guerrero, lo que me permitió tener una segunda Etapa Wonder, y eso fue gracias a los amigos que estuvieron conmigo durante esa época de mi vida.

Por alguna razón que todavía no termino de entender, Juan Carlos Montes y yo teníamos un programa de radio en Acapulco (un programa de Rock, por supuesto), y apenas habíamos transmitido tres o cuatro emisiones semanales cuando ya teníamos un fan (o sea, un ventilador en inglés, y Sergio Rodríguez no me dejará mentir sobre esa cuestión de los enfriadores del clima). Lo más curioso es que ese fan no sabía que durante mi primer etapa wonder yo ya era fan de él. Pero no nos adelantemos.

Resulta que Tzulik Luna, quien entonces trabajaba en la misma estación de radio en la que nosotros transmitíamos nuestro programa (cuyo nombre era por cierto El Changarro), un día se me acercó y me dijo...

-Oye, conocí a un tipo que escuchó El Changarro y le gustó mucho. Me pidió que te lo presentara. Te quiere conocer. Dice que él era guitarrista de un grupo que se llama Mamacita, Mamaseta... o algo así, dizque son del D.F.

Lo único que se me ocurrió decir fue un desgarrador No mamessss!!! ¿Uno de los integrantes de Mamá Z vive en Acapulco, en la isla de los hombres solos del Rock, en donde todo es onda grupera o música disco, en el lugar en el que puedes oír por la radio diez veces en un solo día I will survive con Gloria Gaynor? Y lo que resulta todavía más desolador: ¿En donde puedes oír diez veces esa canción porque es la gente la que la pide? ¡Tienes que presentármelo!

Y me cae que Joliet Jake Blues no se equivocó cuando dijo The Lord works in mysterious ways, porque justo al día siguiente el grupo chileno Los Tres presentarían su nuevo disco en el Hard Rock, y varios de los que colaborábamos en aquella estación de radio estábamos invitados. Fue ahí donde, por mi gran suerte, conocí a Gerardo Aguilar Tagle y a su familia.

No recuerdo los detalles de cómo fue y qué dijimos exactamente, pero Tzulik nos presentó y de inmediato nos caímos bien. Él me colmaba de alabanzas por el programa de radio (siempre fue muy generoso con sus comentarios) y yo hacía lo mismo por su trabajo y sus ideas en Esa viscosa manera de pegarme las ganas, único disco que entonces yo conocía de Mamá-Z (que para esos días era ya toda una joya en mi colección). ¡Ah! ¿Y Tzulik?, ¿Quién es Tzulik?, ¿Tzu qué?

Una joya, sí; pero sobre todo era un disco que junto con el primero de Trolebús (En sentido contrario) había sido un compendio de gritos de guerra que enarbolaron buena parte de mis luchas adolescentes durante aquella etapa de mi vida. Me refiero a la época ceceacheorientera, rockcientounera, tianguisdelchopoera, Margosrockera (ya saben, en la esquina de Eugenia y Mitla, Colonia Narvarte), metrocopilquera y Gandhiera (en donde por cierto compré esos discos).

Y eso sí que se agradece, porque de algún modo esos discos -sus contenidos líricos, musicales y conceptuales- llegan a convertirse en una especie de faros que lo han guiado a uno durante los momentos en los que se debe enfrentar el mar embravecido de la adolescencia. Lo único malo es que sin la ayuda de un guía espiritual ampliamente experimentado, esos discos pueden producir efectos similares a los que produce una sobre dosis de peyote, lo que en el mejor de los casos se traduce en una torcedura de vida muy chida, tal como me paso a mí.

En fin, la cuestión es que para entonces éramos ya una buena banda de locos que se reunían en torno a la buena música, las ideas socialmente poco aceptadas, las buenas vibras y el Baraima, y ya, para qué le hacemos al cuento, eso era todo, lo único que nos interesaba eran los vicios, hacer mariguanadas y el rock ‘n’ roll, ¿Qué, hay algo más... sin contar el sexo?

¡Ah, sí, ya me acordé! También nos interesaba la cuestión espiritual y de la fe. Y aunque francamente nunca debatimos mucho sobre el tema religioso, me imagino que, al igual que con el sexo, cada quien por separado se las ingeniaba para tener sus buenas dosis de ambos conceptos. Por ejemplo, yo tenía a mi novia y a Frank Zappa, Gerardo a Maru y a los Stones, Jonas a Valeria y a Los Magallones, Sergio a Paty y a Cachao, Víctor a Edith y a los Commitments, Carlos el Norteño a varias meseras del Vips y a su rock progresivo... y Juan a una que otra secretaria de la grilla y a Jimi Hendrix ¿qué más le puede pedir uno a la vida?

Y cuando la posición de todos esos astros coincide favorablemente, pues las ideas fluyen y la inspiración produce cualquier cantidad de eventos que con el tiempo se convierten en grandes anécdotas y hasta en leyendas urbano-costeñas, como por ejemplo cuando a alguien al calor de una platica en torno a las buenas costumbres y al manual de Carreño, se le ocurría de repente:

-¡Vamos a tomarnos una foto todos en la calle, pero chinqueque* y enseñando el culo!

No faltaba quien le hacia segunda (normalmente Gerardo era el más solidario para ese tipo cosas) y simplemente lo hacíamos.

O aquella vez que se nos ocurrió meter a 29 personas en una cabina de radio de un metro y medio por lado para transmitir en vivo un programa de dos horas de duración y en el que el chiste era que cada quien pusiera una canción, la que se le pegara su chingada gana. La única regla es que la canción que se escogiera fuera por una de tres razones (siempre me preocupe por cuidar mucho el marco conceptual del programa):

1. Porque te gustara mucho.
2. Simplemente por chingar.
3. Por cualquier otra razón.

Así que pasamos de Queen a Tatiana, de Hendrix a Cepillín, de Frank Zappa a los Magallones, con su clásico éxito El Cuararé, o de Boby McFerrin a Odisea Burbujas, por mencionar sólo algunos ejemplos. ¡Ah! Y para terminar cantamos alguna obra de Leo Dan, con Gerardo tocando la guitarra. Radiofónicamente hablando fue lo que los expertos llamarian asqueroso, pero nos divertimos mucho.

En otras ocasiones nos daba por ir a la playa, pero con camisa de manga larga, zapatos y pantalón de vestir. Sé que en Semana Santa muchos chilangos hacen lo mismo, pero la diferencia es que nosotros lo hacíamos concientemente. Sergio siempre destacó en esos menesteres.

MENSAJE DE ÁNGEL

Hola soy Angel, acabo de leer la publicación de "The Acapulco Wonder Years" en esta página y me dio mucho gusto verla a disposición de todo mundo (...). Sólo quiero comentar una cosa:
La idea original de "The Acapulco Wonder Years" es una presentación audio visual que debe incluir texto, fotos y música, pero por mi informalidad, esa presentación no ha sido entregada aún a Agustín, por lo que es necesario informar que lo aquí publicado es una versión preliminar y que en breve se enmendará tan grabe falta y la versión terminada estará a disposición de todos incluyendo los anexos en una versión PDF, misma que con la venia de Agustín, se podría descargar de esta página.

NOTA DE MARUGENIA SÁMANO VALENZUELA

Llegaron como a las cinco de la tarde. Primero, Ángel y su esposa, y Sergio, Patty e Ilse (la hija de ambos). Trajeron pizzas, ron, tequila y refrescos. Querían saber qué habíamos hecho durante los últimos años, querían que les explicáramos qué había pasado, por qué habían operado a Ger. Querían saber todo. Ángel trajo dos álbumes con fotos. Pero dice que tiene más, que las va a escanear. Todos hablaban de Ger con mucho cariño. Ilse, la hija de Sergio, dice que tiene una plumilla de Ger, que un día que Ger tocaba la guitarrra se la regaló y le dijo:

-Guarda esta plumilla, porque un día voy a ser famoso y va a valer mucho.

Ilse tenía entonces ocho años de edad, y aún conserva la plumilla. Ángel tiene guardadas en su computadora todas las fotos y videos de Mamá-Z...

Más tarde llegó Victor y Edith, su esposa. No faltaron las lágrimas. Con Víctor platicamos mil cosas, vimos los videos (todos coinciden conmigo en algo: Wichili McCoy es la cancion más hermosa que ha escrito Agustín, el gemelo precioso), platicamos muchas cosas de Ger (cómo lo vivió cada uno).

Siguen siendo unos niños: se tomaron otra foto con los pantalones abajo. La hija de Sergio se puso a llorar, porque dijo que sentía que en algún momento llegaría Gerardo. Los tres piensan escribir algo acerca de Ger.

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