Mamá-Z en 1988

En la simpleza,
en la llanura áspera de la sociedad… Mamá-Z

Laura Viadas/1 de noviembre de 1988/Revista Rock en español, #13
Forma y fondo del presente artículo son responsabilidad absoluta de su autora.
Laura Viadas es columnista de cultura, comentarista y conductora desde hace 20 años
en diversos medios impresos y electrónicos.


Alguna vez me sentí muy desilusionada al ver que los grupos mexicanos estancaban su talento. Esto, obviamente, fue tiempo antes de que el rock en español estallara en México, (cuando) el músico no pasaba de ser vocero urbano y mal comprendido. Las equivocaciones que se cometieron, estamos concientes de que tuvieron su porqué, llámese gobierno, o sociedad, o el mismo público, ¿para qué negarlo? Nadie (…) daba (a los músicos) una oportunidad.

Ahora que la vida escasea, que tantos nos vienen con el cuento de lo que hacen, volteamos y descubrimos que nosotros también podemos. Por un lado de la moneda, están quienes, apadrinados, conseguirán llevar el nombre. ¿Pero los que están en la parada del camión? ¿Los que para ir al ensayo toman el Metro y esquivan las miradas hoscas de la gente normal? Ésos son los que me interesan.

Con el rock se está haciendo la crónica del México joven de los ochenta: En el futuro, sólo en las grabaciones de los rocanroleros podrán encontrarse referencias a la juventud, a la banda, a los sectores más vitales de la sociedad, los cuales están casi por completo ausentes de la prensa y otros medios, en donde, por lo demás, sólo se hace referencia a ellos como vagos o delincuentes.


Así habla Arturo García Hernández, colaborador de La Jornada, quien concluye: En este sentido, sí se puede hablar de un rock nacional que ya no surge para hacerla en otro lado, sino que se quiere asumir con nuestras carencias y virtudes, para ser testimonio, no necesariamente voluntario y conciente, de la cotidianeidad y, por lo tanto, en español.

Compañero y amigo, Arturo publica (lo anterior) el 21 de febrero de 1987, a manera de introducción, en un artículo (sobre) Mamá-Z: Premeditadamente, tocamos el filo de la llaga, tan simple como reconocernos, tan complicado como quitarnos las máscaras.

Mamá-Z lleva dos discos, ambos testimonio de una clase de vida, de inquietud. Músicos profesionales, sin duda, eternos buscadores...

(…)

En 1985 presentaron su primer disco: una carátula roja sin más pretensiones que el nombre del grupo en la portada. Muy buen trabajo, salido de sus propios pesos. La grabación, excelente, (si lo comparamos con) otros independientes que nos ha tocado oír; pero el valor está adentro, en las letras y su ambientación, en ese coraje innato, en esa actitud de poner la cara para que la escupan quienes no entenderán jamás que los jóvenes vivimos en universos adyacentes.

Nuestros ensayos más productivos han surgido de la plática –revela Gerardo Aguilar Tagle-. Nos sentamos con las guitarras, y divagamos. De esas excursiones han salido cosas bellísimas, que no grabamos aún. Cuando pensamos en hacer el primer demo, investigamos y salía más caro hacer caset que disco. Nada perdíamos en el intento, y al llegar la presentación, sentimos que, aparte de los cuates, también iba gente que sin conocernos les gustó.

(…)
Gerardo Aguilar Tagle, invitado especial de Trolebús

Entre el 28 de julio y el 2 de agosto de 1986, se graban las cintas que llevarían el nombre de Esa viscosa manera de pegarme las ganas, su segundo LP, que aparece en 1987. Los amigos les echan la mano, la producción corre a cargo del grupo y de Paco Barrios (baterista de Botellita). Una envoltura llamativa, una pintura magistralmente tratada para el total de diez canciones, que se desparraman en satíricas menciones religiosas, anarquistas, dolores del alma y crucigramas en donde se juega (con) la civilización y los instintos pasionales.

En otro periódico, Leticia Padilla escribe: Aguilar (Agustín, compositor) ha sabido canalizar una serie de factores que personalmente lo han sellado, y los replantea, salpicados de un sentido del humor irónico, donde cabe todo, desde los escritos de san Juan de la Cruz hasta ciertos sucesos acaecidos en la abarrotería El Fuerte de la Colonia, allá en la Escandón. Esta mezcla extraña de tiempos y lugares dentro de una dualidad preconcebida puede concretar la validez de las letras de Mamá-Z al tener sus bases en cierta memoria histórica que recupera hechos del pasado y los tiñe de un presente ineludible.

Verlos en concierto es una experiencia que se comprende hasta que estamos de vuelta en casa, de vuelta a una existencia que chisporrotea sensualidad. Eso, precisamente, hace Mamá-Z. No importa qué tanto erotismo se escurra por el micrófono o qué tanta agonía de éxtasis coagulada. Desde mi punto de vista, el grupo no ha sido comprendido (…). Son machos (basta verles el semblante), pero de esos machos que alimentan a sus hembras con ternura, con arrebatos, con la actitud que a veces extrañamos las mujeres y que definitivamente perdimos pensando en la liberación como aislamiento.
Ya ningún grupo debe esperar ser contratado con la bandera de mártir. Nos impusimos la tarea de gustarle al público, pues la gente evoluciona y nosotros queremos dar lo que tenemos, para el tercer disco (que ojalá alguna disquera se vea interesada). Planteamos que somos mexicanos por un accidente. No odiamos el hecho, ni lo adoramos, no tenemos que tomarlo como bandera. Tal vez deberíamos intentar ser universales (por si esto sonara antipático, yo lo interpreto como necesidad del artista). La portada tiene que ser como nosotros, lo que sentimos. Ya no nos mueve decir "pinche mundo cabrón" (frase en una canción del primer disco). Fueron expresiones del momento, que nos salieron del corazón. Ahora anhelamos algo espectacular, que la gente nos conozca, con otras letras, oírnos en la radio…

Aquí no escribimos el destino, pero lo forzaremos. Para empezar, debemos querernos a nosotros mismos. Mamá-Z no reconoce tan fácilmente su valor. Rock en español lo hará en una próxima entrega.

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