Mamá-Z en 1989

¡Volver a verte, Mamá-Z!
José Hernández Prado/Miércoles 14 de junio de 1989/El Nacional

Uno de los grupos de rock con más personalidad prepara su retorno. No la simple reaparición, sino un regreso contundente que ratifica la calidad del proyecto que ya produjo dos discos LP y una numerosísima serie de presentaciones en los más importantes foros de rock nacional, entre 1985 y 1988. Se trata de Mamá-Z, el grupo que ganó merecida celebridad con su lema-espectáculo del te veo y titubeo.

Pero es un nuevo Mamá-Z. Siguen Octavio Martínez en la guitarra, Jorge Escalante en el bajo, Óscar Fernández en la batería y Agustín Aguilar Tagle en la voz principal. Gerardo Aguilar, antigua guitarra y voz, abandonó al grupo para dedicarse a un acariciado proyecto (Las Moscas de Metepec), pues ahora él radica en Toluca, Estado de México. (Por otro lado), se ha incorporado Laura Márquez, que apoya con su torneada voz el trabajo de Agustín en las vocalizaciones teatrales.

Agradablemente desconcertante

Quien esto escribe tuvo la oportunidad de escuchar el nuevo material de Mamá-Z, un material agradablemente desconcertante: (…) un sonido más compacto en lo rítmico y mucho más sofisticado en las instrumentaciones. Ahora, la guitarra de Octavio y el bajo de Jorge se desempeñan en acompañamientos tan eficaces como melódicos; la batería de Óscar se ha vuelto más juguetona e interesante, y Laura (…) pulimenta y amuebla con su voz los hallazgos de sus compañeros.

Mamá-Z ha crecido. No más aquellos regodeos en el rock carnavalero que los asoció alguna vez con Botellita de Jerez. O sí, pero cuando ello venga en gana, lo que no sucede tan a menudo. Mejor, una exogamia rocanrolera. No aparearse con estilos estereotipados y exitosos de rock, sino con auténticas tradiciones del blues, el jazz, el reggae y el propio rock. Reconocer el sello propio y explotarlo. Hacerle olvidar al respetable, cuando escucha a Mamá-Z y como frente a cualquier obra de arte, que existen otros grupos, otros estilos y otras obras.

La verdadera historia de estas notas sobre Mamá-Z comenzó hace mucho tiempo, porque el asombrado reportero conoció en la secundaria a Gerardo y Agustín Aguilar Tagle. Aunque también la propia historia del grupo, ya que Octavio, Óscar y Laura acumulan lustros de frecuentarse. Luego vinieron los años y ambos discos (…), con un interesante cambio de papeles: quien tocaba rock promisoriamente en la adolescencia, funge ahora como articulista; y quien ya daba señas de inclinarse, entre otras cosas, hacia el periodismo y la literatura, ofrece hoy un muy interesante concepto del rock.

Agustín es el principal letrista de Mamá-Z y, como recién fue sugerido, hubo ya antes constancia de su precoz ingenio. Ahora, su trabajo letrastico también busca, como en la música, regresar a ciertas raíces y no aventurarse en las payasadas. Hacer frases y versos dotados de valor independiente de su contexto musical (por ejemplo, esto: Trago el silencio con besos, tocas mi sombra y te asomas a la noche de ayer). Usar palabras inmunes a cualquier acusación de cursilería, pues el pecado no está en ponerlas sino en contarlas inadecuadamente.

Títulos conocidos

Muchos lectores conocen los títulos de las rolas de Mamá-Z, así que no puede hablarse de literatura sin mencionar aquellos de la nueva producción: Fíltrate en mí, Sabor a ti, Nabor sin barreras, Desayúname, Agua en el tiempo de luz, etcétera. Y no hay quue esforzarse demasiado para imaginar la espléndida música que complementa estas lucubraciones. He aquí, a manera de primicia, un fragmento de Agua en el tiempo de luz:

Esta máquina de polvo y sueños canta a tu gloria
y de tu vientre se asoma la luz.
Goznes de mi alma, rechinan tus vientos;
Prudente señora, consuélame en tu aroma de luz.
Esta máquina de gritos y fuegos
juega en tu boca y tu lengua provoca la luz.
Entro a este cuarto, jardín de retratos,
agua en el templo, agua en el tiempo de luz.


¡Volver a verte, entonces, Mamá-Z! Que siga la materia dando, y no sólo la del propio grupo sino, con él, la del tan vapuleado rock nacional. Repara, a base de talento, el daño que deliberadamente o sin quererlo infligen al rock quienes no lo comprenden y, también, quien de un modo honesto suponen comprenderlo re´bien.

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