Pastel Artaud

Autor: Pingüino Elemental
Blog: Las cien mejores rolas del rock mexicano (ir a Dimensiones Alternas)

Es mera coincidencia, pero igual que en la canción del post anterior, en Pastel Artaud Mamá-Z también centra su atención en el tema de la liberación sexual. En este caso, hace una sátira de tragedia teatral de vanguardia (de hecho, en el sobre del disco L.P. viene la letra estructurada así, con los nombres de los personajes y el coro antes de sus respectivos diálogos, pero lamentablemente no lo tengo a la mano para transcribirlo correctamente). De ahí el título, porque se simula una de las búsquedas teatrales de Antonin Artaud (Aguilar Tagle ya había hecho algo similar en otra rola: Sofá Apollinaire), no como parodia, sino como ejemplo humorístico para expresar una crítica a la mujer reprimida, a la chica “decente” de la pequeñoburguesía mexicana, hija de familia, incapaz de reconocer los deseos propios, sometida a su educación judeocristiana y a su moral de clase.

Agustín Aguilar Tagle es una de las mentes más lúcidas del rock mexicano, pero también mejor formadas académicamente. El nivel cultural de Agustín, como debe ser, sirve no para restregarlo en la cara de los demás, sino para enriquecer al otro a través de la opinión, la crítica y la imaginación. La inteligencia que muestra Aguilar Tagle en Pastel Artaud demuestra cuán trascendente puede llegar a ser el rock mexicano si sus exponentes dan un paso más en la exigencia artística y cultural. No vemos aún suficientes músicos profesionales, con estudios musicales, literarios o multiculturales serios. Todavía son excepción honrosísima los que logran expresar una opinión política o sociológica más o menos elaborada. Son menos los que lo hacen con coherencia. Mamá-Z escogió el camino del humor para expresar su nivel, pero eso no significa más que la elección de un estilo, no una limitante. La labor docente y literaria de Agustín Aguilar Tagle (lo mismo que su recientemente desaparecido hermano gemelo Gerardo) lo demuestran ampliamente.

En esta canción el pastel asume un papel simbólico: desde su polisemia, es, por un lado, el postre de ese mundo azucarado, kitsch, que la noviecita pequeñoburguesa ofrece al novio oficial, buen partido, futuro buen proveedor, casi para distraerlo de sus exigencias sexuales. Como dice Milan Kundera en El arte de la novela y también en La insoportable levedad del ser, el kitsch es un mundo donde no existe la mierda; es decir, el abuso, la explotación, los deseos del cuerpo, las heces, el neoliberalismo, etc. Pero por el otro lado, el pastel es placer puro, una analogía de la vulva, un regodeo lingual, un deseo para morder, crema batida sobre un pezón urgente, un falo que se dibuja bajo el casimir inglés que conquistó a los suegros. El choque entre ambas visiones producirá esa tragicomedia artaudiana, esa farsa de la doble moral mexicana.
La música de Pastel Artaud es muy fresca, relajienta, incisiva, de un poderío que recuerda a los Kinks (banda que tiene más de una similitud con Mamá-Z). El fraseo es rapidísimo, y una vez más, con ciertos juegos de be bop en la voz de Agustín, aunque aquí menos marcados. La intervención del invitado Jaime López en el texto hablado, más el cambio de ritmo a un franco corrido en la última parte de la canción, con sus respectivos gritos tipo mariachi al fondo, apuntalan el carácter de farsa de la rola, y la parodia final de Porky Pig es ya la cereza del pastel (Artaud) ingenioso, y un guiño que nos recuerda la influencia de la cultura popular en el rock, no sólo de la más seria. Pese a que, al igual que Trolebús, Mamá-Z a veces cae en el humor por el humor, en su caso lo logra con mejor tino, y con menos exceso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Dame un beso