The Letter
Para ubicar a Wayne Carson Thompson, autor de The Letter, recordemos otra de sus canciones: Always on my mind, linda melodía para cuya composición contó con la ayuda de Johnny Christopher y Mark James, creador este último de Suspicious Minds.
Precisemos: las similitudes de estilo entre Always on my mind y Suspicious minds, incluso la semejanza entre ambas a la hora de elegir metáforas, me hacen pensar que el autor central de la primera es Mark James, y que la participación de Wayne Carson Thompson en ella es periférica. Esta hipótesis se refuerza con las evidentes diferencias de carácter que se observan entre The Letter y Always on my mind.
La única versión de Always on my mind que puedo tragar es la de Elvis Presley. Forma parte de su repertorio decadente, es cierto, ¡pero no vamos a pasarnos la vida descalificando y despreciando la última época del hijo predilecto de Tupelo, Mississippi, sólo porque traicionó nuestra idea de rock ‘n roll! A mí, la verdad, me gusta mucho su Always on my mind, grabada en noviembre de 1972. Me gusta, digo, aunque parezca compuesta para enternecer a los turistas de Honolulu o para servir de fondo musical en la película casera dedicada a la tía recién fallecida.
Elvis la hace suya, le da personalidad y la convierte en una de las canciones emblemáticas de su período vegasino. En cambio, no soporto escuchar la misma canción en las voces de delincuentes tipo Bon Jovi y Pete Shop Boys. En cuanto a James Mardsen y Michael Bublé, digamos que uno y otro la vuelven absolutamente prescindible. Albert Lariviere, por su parte, se limita a montar una simpática imitación de Presley, y Fantasía Barrino hace una versión sabrosa, pero no logra salirse de esa escuela de la afectación que fundó Whitney Houston al hacer de una sencilla cancioncita de Dolly Parton (I will always love you) una petulante demostración de destreza vocal, tan plausible como el número de la acróbata del circo que, de pie sobre un caballo blanco y ataviada con un maillot de diamantinas y lentejuelas, da vueltas al redondel mientras dos focas aplauden y hacen piruetas.
Wayne Carson Thompson entregó The Letter a The Box Tops, y la banda la convirtió en un rotundo éxito, en 1967. La canción llegó inmediatamente a México y comenzó a sonar en Radio 590, es decir, en La Pantera de la Juventud, nombre que adoptó dicha estación precisamente en agosto de ese mismo año. Y como era un hit indispensable en las fiestas, convencimos a mi padre para que comprara el disco de 45 rpm.
Un disco chiquito costaba entonces $17.50, y un LP $48.90. Nunca olvidaré esos precios, correspondientes a 1.40 dólares y 3.91 dólares, porque para mí, niño de doce años de edad, significaban meses de penoso ahorro.
¿Pero fiestas con un solo disco? ¡Imposible! Y ni modo de sacar el EP de Tom Lopaka. ¿Cómo resolvían mis hermanas, entonces, la carencia de música nueva? Fácil, como todo el mundo: con la aportación voluntaria de los invitados, quienes al final olvidaban sus vinilos de siete pulgadas. Gracias a esos olvidos, en casa se quedaron, para solaz y formación de los gemelos (Gerardo y yo), muchos éxitos del momento: Una pálida sombra (Procol Harum), Juntos y felices (Las Tortugas), La fiesta hippie (Sonicher), No hay leche hoy (los Ermitaños de Herman) y Pata Pata (Myriam Makeba), es decir, A whiter shade of pale, Happy together, The beat goes on (Sonny y Cher), No milk today y Pata Pata.
Los Beatles y los Stones siempre fueron harina de otro costal.
Pero Wayne, quien toca la guitarra en la grabación (aunque de manera inaudible), nunca quedó satisfecho con el resultado: además de no encontrarle sentido al ruido de jet que cruza al final de la canción, encima del órgano, sintió que la voz de Alex Chilton había quedado muy áspera. Pues que me perdone el autor, pero es precisamente la voz de Chilton lo que da personalidad a la pieza (el cantante tenía entonces apenas dieciséis años de edad). Y con el jet yo no tuve problemas, porque nos sirvió para inventar un nuevo paso de baile a go go: el avión (con los brazos extendidos, nos íbamos quedando en cuclillas al parejo del fade out).
Ese mismo año, los Box Tops lograron un éxito más con otra canción del mismo Wayne Carson Thompson: Neon Rainbow. Y tres años más tarde, Joe Cocker abrió la nueva década con una versión sensacional de La Carta, magnificada gracias a la potente fusión de rock y soul de su banda tribal, Mad Dogs and Englishmen (Bobby Keys se luce en el saxo tenor). En 1983, Octavio Herrero, actual guitarrista líder de Las Señoritas de Aviñón, formó Nausicaá, trío de jazz (con Jorge Escalante en el bajo y Óscar Fernández en la batería), e incluyó The Letter en su repertorio (existe registro grabado de la noche en que la tocaron, pero la cinta está perdida).
Después de leer el texto anterior, en julio de 2007, Jaime Holcombe escribió: Agus, ¿sabías que Alex Chilton es el héroe e inspiración de Paul Westerberg, guitarrista, voz y compositor de los Mats (Replacements)? De hecho por los comentarios de Westerberg -otro de mis favoritos más contemporáneos y eterno rebelde- me compré música de Big Star, grupo posterior de Chilton. Te hago una invitación a descubrir a los Replacements y escuchar la canción Alex Chilton, dedicada a la voz de my baby just wrote me a letteeeerrrr!
Escuchemos, pues, la primera carta, una delicia. ¡Con ustedes, The Box Tops en 1967!
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